11.09.2012 // Mallorca Rocks Hotel // 21'15h
24 horas han pasado desde que viera a New Order y todavía tengo ciertas dificultades para poder sentarme y centrarme a escribir.
El hecho de que no me acreditasen como prensa, no me ha impedido dedicarle unas líneas a la noche de ayer. Al fin y al cabo, y esto no se puede negar, el espíritu de los blogs no es tanto el feedback entre internautas (qué palabra más pedante,no?) sino el hecho de dejar constancia escrita para uno mismo. No esperéis que esto sea ninguna crítica objetiva porque no lo va a ser. Por Dios y por Ian Curtis. Ayer vi a New Order (New Order, sí!, una de las bandas más influyentes de la historia) en mi propia isla. En mi propia casa, como el que dice.
Al que le guste la música y el ir de conciertos lo sabe; todo fan tiene una serie de bandas de esas que se puede hacer el típico comentario “Cuando haya visto a *insertar nombre de banda* ya me puedo morir tranquilo” pues señores para mi New Order está en esa serie de bandas. Verles ha sido cumplir un sueño de adolescencia, post adolescencia y adolescencia viejuna.
Los teloneros, L.A., aunque no pegaban ni con cola triunfaron. Las cosas como son. Con la de conocidos y amigos que tenían entre el público como para no hacerlo. Provocaron en más de un tema los coros de los asistentes, cosa a destacar entre el frío público mallorquín.
A mi la actuación se me hizo un poco insoportable, no porque fuesen malos (por algo han llegado al mismísimo festival de Reading y Leeds) pero necesitaba ver a los de Manchester como si me fuese la vida en ello.
Al estar todo el equipo ya montado el cambio entre bandas fue rapidísimo y sin darnos cuenta, y mucho más pronto de lo habitual, apareció Tony Chapman (el sustituto de Peter Hook) seguido por Gillian Gilbert, Bernard Sumner, Stephen Morris (que no ha cambiado ni un pelo) y Phil Cunningham.
Abrieron Elegia, tema siempre presente en sus setlists, y siguieron con Crystal. Poco a poco fueron cayendo todos los grandes singles; True Faith, Ceremony, The Perfect Kiss, Isolation de Joy Division, Bizarre Love Triangle... Y para cerrar en el bis las apoteósicas Temptation y Love will tear us apart, un momento más que emotivo con toda la iconografía de Joy Division que se gastaron en los visuales.
Ir a ver a New Order no es ir a ver un grupo de showmen o grandes coreografías o un showcase de la leche. Nunca han ido de grandes estrellas ni sobre escenario ni fuera; todo los contrario. De hecho, ellos son más bien poco comunicativos y serios, pero la veteranía es un grado y saben que es lo que deben darle al público. Eso sí. Muy graciosos los silbidos que metía Sumner cada dos por tres como si llamase a las cabras. Él sí que tiene pinta de ser campechano...
Pero, dónde hay que firmar (acaso no hay ya un grupo en facebook?) para que vuelva Peter Hook a la banda? Que será un bruto y un garrulo como dicen las malas lenguas, pero ojalá acaben ya las rencillas Bernard-Gillian-Peter (y viceversa) y todos juntos toquen de nuevo. Y que sea pronto o la voz de Bernard Sumner no aguantará.
Bastante triste el hecho de que aunque New Order lleva décadas en activo había muchísima gente que ni sabía letras ni la mitad de las canciones le sonaba. Supongo que el modernismo y el amor ciego por lo vintage ha hecho daño no solo a la moda sino también a la música.
Y sorprendente el hecho de no ver ni una sola camiseta de New Order y sí muchas de Joy Division, The Cure, The Doors y alguna de Bauhaus o PIL.
Disculpad toda la sarta de estupideces fan, coloquialismos y expresiones subjetivas varias, pero fue un concierto de la hostia. No puedo añadir más.